Sólo esta libertad nos conceden
los dioses: someternos
a su dominio por voluntad nuestra.
Mejor hacerlo así
pues sólo en la ilusión de libertad
la libertad existe.
No otra forma los dioses, sobre quienes
el eterno hado pesa,
usan para su calmo y poseído
convencimiento antiguo
de que divina y libre es su vida.
Nosotros, imitando a los dioses,
tan poco libres como ellos en su Olimpo
como quien en la arena
alza castillos para usar los ojos,
alcemos nuestra vida
y los dioses sabrán agradecernos
el ser tanto como ellos.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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